Lo erótico no queda en el espacio solo físico, o en lo meramente trivial o agradable, sino que lo erótico es una experiencia integral, que conlleva posicionarse ante la vida, en un sentido completamente disruptor respecto del contexto patriarcal, que ha pretendido durante milenios, relegarnos, usarnos hasta su máxima expresión que sería la explotación, invisibilizarnos, y el más nuevo embate, usurparnos.
Cuando se me pregunta sobre placer, siempre senti-pienso, y creo que todas lo hacemos, a qué tipo de placer se refieren, podría ser el placer de rascarme –o que me rasquen, ya que no alcanzo mi propia espalda–; o el que viene a mí a partir de una charla con una persona interlocutora profunda e inteligente, que brinda una conversación interesante que estimula los sentí-pensamientos y sensaciones corporales, además de toda suerte de mundos intelectuales; o si hablamos de placeres físicos, podríamos mencionar desde el olor hasta un bocado del más delicioso rol de guayaba –manufacturado con reconocida calidad gastronómica por la Panadería Rosetta, de Elena Reygadas1 , y quien recientemente fue nombrada la mejor Chef Femenina del mundo 20232, de acuerdo a The World’s 50 Best3–; o por qué no, una lectura sugestiva, recomendada por Patricia Valenzuela, la Vendedora de Libros, dispuesta o por lo menos antojada, ya que una es defeña4, en una terraza en la localidad de Santa Rosalía, Baja California Sur, con el ocaso y el mar de escenario; o a la excitación corporal que producen las notas de nuestros artistas favoritos /as; o bien, si se estarían refiriendo al amplísimo mundo de la sexualidad, concebida toda ella como una experiencia, que sin duda nos puede llevar a lugares de mucho gozo sensual y sexual, solas o en compañía.
Justamente porque el abordaje de este concepto es tan amplio y pudiesen caber muchas expresiones, sensaciones y experiencias, sostengo yo, que necesariamente operan en el polo positivo, y con el ánimo de representar de mejor manera lo basto del tema, es que traigo a este escrito y al análisis, el uso del término que hiciera famoso Adrienne Rich5 –poeta, intelectual, crítica, feminista y activista lesbiana estadounidense–, en su ensayo “Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana”6, que es el de continuum, en este caso para hablar del recorrido del placer en sus diversas manifestaciones y niveles hasta llegar a otro que integre conceptos como deseo, satisfacción y, sin duda, orgasmo; y los mecanismos de elaboración o creación de aquellos, como pudieran ser desde el cuestionamiento, la conversación, hasta la tan usada seducción; concepto que un grupo de mujeres y estudiosas del placer, entre ellas Marisabel Macías Guerrero, filósofa y escritora, le hemos denominado la erótica, como esa universa que engloba dicho continuum de placer, así como deseo, satisfacción, alegría y conexión con una misma.
Pero esta terminología no es nueva propiamente, pero sí muy actual, ni deja de ser problemática tampoco, ya que de la literatura se extraen un sinfín de acepciones que guardan relación con el goce sexual principalmente; sin embargo aquí me quiero referir, en una primera instancia, a lo que Alma Aldana, psicoterapeuta sexual y de pareja, comunicóloga y autora, señala en su artículo “Psicología y sociología del erotismo, sobre éste”7:
“El erotismo no sólo es algo que se refiere a la sexualidad-genitalidad, sino que es la pulsión de vida, de salud, bienestar y placer. El erotismo es también una actitud de vida: implica abrir nuestros sentidos, disfrutar a través de ellos, deleitarse en lo que miramos y lo que nos gusta mirar, percibir los aromas que nos gustan, degustar el agua, la comida, escuchar los sonidos agradables; sentir lo que tocamos con la piel, las texturas, formas, temperaturas, y gozar cuando somos tocados; es decir, abrir nuestros sentidos para la vida, para el Eros, vivir desde una postura de placer, hoy.”
De igual forma, ya en un tema bastante más colectivo y por lo tanto político, me refiero a lo que nos comparte Audre Lorde8, quien es sus propias palabras se afirmaba como guerrera, mujer, negra, madre, lesbiana y poeta, y que en su afamado artículo “Los usos de lo erótico: lo erótico como poder” habla de que lo erótico es un recurso para las mujeres, que descansa en un nivel profundamente femenino y espiritual, enraizado firmemente en el poder de sentimientos no expresados o reconocidos, que el sistema opresor nos ha convencido de suprimir, como fuente de poder y conocimiento desde el interior de nuestras vidas; en primera instancia como signo de inferioridad femenina, y en segunda fomentando el sufrimiento, así como el desprecio y la sospecha sobre la experiencia erótica.
Asimismo, señala: “Lo erótico es un lugar ubicado entre los comienzos de nuestro sentido de ‘yo’ y el caos de nuestros sentimientos más fuertes. Es un sentido interno de satisfacción al que, una vez que lo hemos experimentado, sabemos que podemos aspirar. Porque habiendo experimentado la totalidad de esta profundidad de sentimientos y reconocido su poder, por un sentido de auto-respeto, no podemos exigir menos de nosotras mismas”9, entonces cuando Audre habla de lo erótico, se refiere a una afirmación de la vida de las mujeres, de su energía poderosa y creativa cuyo conocimiento y uso hoy por hoy –y miren que ya llevamos bastante en ello– nos encontramos reclamando en varios ámbitos de nuestra vida, como el lenguaje, nuestra genealogía, nuestra corporalidad, vínculos, profesiones y actividades cotidianas.
Audre además habla del reconocimiento de lo erótico como conocimiento auténtico, más allá del “sentirse bien”, siendo la guía primera y más poderosa para el entendimiento, entendimiento que se comparte a través de la conexión erótica en diversos niveles y que es el camino hacia el gozo y con él se recobra la capacidad de sentir, siendo este un conocimiento profundo e irreemplazable de la propia capacidad para el gozo, que plantea la exigencia de que se viva toda la vida sabiendo que esa satisfacción es posible. Es pues una autoafirmación de sí misma, aunada a la responsabilidad de no conformarnos con lo que es conveniente, falso, convencional o meramente seguro. Así lo erótico es como una semilla que se lleva dentro, que cuando se derrama fuera de la cápsula que la mantiene comprimida, fluye y colorea la vida con una energía que intensifica, sensibiliza y fortalece toda la experiencia de vida.
Al final, se hace hincapié que lo erótico no queda en el espacio solo físico, o en lo meramente trivial o agradable, sino que lo erótico es una experiencia integral, que conlleva posicionarse ante la vida, en un sentido completamente disruptor respecto del contexto patriarcal, que ha pretendido durante milenios, relegarnos, usarnos hasta su máxima expresión que sería la explotación, invisibilizarnos, y el más nuevo embate, usurparnos.
Lo erótico es como una semilla que se lleva dentro, que cuando se derrama fuera de la cápsula que la mantiene comprimida, fluye y colorea la vida con una energía que intensifica, sensibiliza y fortalece toda la experiencia de vida.
La pregunta ahora sería cómo se llega a esa concepción, parece muy intrincado ese andar, sobre todo hoy día que todo nos interpela negativamente, resultando difícil la asimilación o la simple consideración del existir dentro de la erótica; sin embargo con esta especie de introducción, me he permitido formular tres principios básicos para el ejercicio de la erótica, los describiré brevemente y quizás en una siguiente entrega pueda desarrollar aún más:
LA CUERPA
Para experimentar la vida se requiere una materialidad, en nuestro caso, como mujeres hasta muy recientemente, la hemos recuperado tanto en narrativas, como en el mundo físico. En nuestra cuerpa habitan las pulsiones de vida, dictadas por aquello que vamos eligiendo como bagaje existencial y que entra por los sentidos a manera de alimentos, sonidos, olores, el compartimiento corporal, los abrazos, las caricias, reales o fantaseadas; el cúmulo de todas ellas, sucediendo en el mismo espacio y tiempo, en compañía o sola. Hoy menos que nunca se pueden obviar los procesos biológicos y sociales que nos atraviesan, donde los segundos siguen la suerte de esa primera observación sobre nuestra cuerpa sexuada de mujer. La propuesta para esta dimensión es habitarnos, crear fuego desde nuestras entrañas, sentir, todo aquello que nos fue negado, sin duda mucho podrá estar atravesado por el dolor, pero al hacerlo tenemos la enorme oportunidad de reconfigurar nuestras sensaciones y deseos, de cuestionar todo lo dicho en el mundo patriarcal de nuestra existencia material y arrebatársela para hacer de ella, poco a poco, un lugar donde se recree el placer, una existencia bien tratada, desarrollando cada una de las reivindicaciones feministas, quizá las más difíciles de sostener que es el de vernos en unicidad –ya que desde allá nos nombraron las idénticas– y dueñas de nosotras mismas.
Arte: Talantbek Cherikov
LOS VÍNCULOS
Los vínculos nos sostienen o nos asesinan, siendo aquellos lazos donde depositamos parte, si no es que toda una idea de nosotras, cumpliendo un rol impuesto o convencidas de ello, para lograr con esto, la pertenencia, el aprecio o bien el tan anhelado amor. Hemos visto a las más grandiosas mujeres vivir profundamente desprovistas de placer o de una vinculación significativa, cercana y amorosa; o bien perdiendo la batalla existencial ante los vínculos que sostienen principalmente con hombres o con sus propios orígenes. Toda suerte de narrativas se han formulado sobre la trascendencia que esos afectos profundos producen en nuestra vida, incluso se han sobreexplotado las fórmulas para lograr el perdón, o vinculaciones más positivas.
Sin duda debemos de observar y elegir, de quién nos hacemos acompañar en esta vida, si cada persona ubica su lugar, o si somos nosotras las que hemos interferido en espacios que no nos corresponden, aquellos donde no somos valoradas; hacer un escaneo de si esas personas suman o restan, si aportan dosis de bienestar, placer, risas, incluso orgasmos; revisar bajo qué esquema hemos establecido la estadía compartida.
No todo es tan claro, ya que en muchos casos al estar tan cerca somos incapaces de observar, las letras pequeñas de esos pactos sociales y vinculares; incluso las letras grandes podemos obviarlas o entenderlas diferente; a veces no corresponden nuestros deseos con una realidad que se sucede sin control, que nos da lo que le sobra, y no permite que seamos creadoras de modos relacionales, porque la premisa patriarcal ya dio casi todo para nosotras, y además está en constante involución o reformulación.
Por eso la propuesta, es escuchar nuestra intuición, esa que nos habita, que nos da brújula –si la dejamos existir–; observar el actuar y qué principios éticos contienen los comportamientos de la gente con la que tratamos, medir cuánto dejamos acercar a las persona, revisar en todo momento quién se pudiese beneficiar de nuestro sufrimiento, ya sé que es cansado, pero es el lugar donde nos mantiene aún –cada vez menos– el régimen patriarcal; para con ello experimentar y confluir con personas que gusten de compartir de un modo recíproco, donde me sienta segura, donde pueda ser cada vez más yo, y que me provea de fuerza, que sean una recarga energética.
Apostaría por vínculos significativos, relaciones creativas, algunas distantes, algunas íntimas, algunas pasajeras, algunas trascendentes, que me provean más allá de buenos momentos, estados de conexión profunda, donde se pueda experimentar cercanía, bienestar, placer compartido, o bien, aprendizajes vitales; sin que se entienda que hay ingenuidad ante la vida que es en sí misma compleja, y en muchos casos verdaderamente difícil y caótica, como pudieran ser en sí mismos los vínculos; pero justo para contenernos es maravilloso conectar en conocimiento de la otredad, implicando el placer, como potencia vital.
“Ser nosotras mismas hace que acabemos exiliados por muchos otros.
Sin embargo, cumplir con lo que los otros quieren
nos causa exiliarnos de nosotras mismas”.
Fragmento de "Mujeres que corren con Lobos".
Clarissa Pinkola Estés
LAS EXPERIENCIAS
El desobedecer mandatos sigue siendo una apuesta vibrante, eso de por sí ya es bastante placentero, sin embargo necesitamos crear puertos seguros a los que llegar. El mundo nos está vendiendo experiencias, modos de ser y estar, que nos proveerán de sensaciones placenteras, pero que en su lugar nos han lastimado bastante, se disfrazan de disruptoras y son en sí mismas esclavizadoras; condicionan a nuestra cuerpa a reaccionar de cierta manera, nos sujetan al mundo exterior y sus requerimientos y nos hacen olvidarnos de nosotras.
La brújula como diría Audre, deberá ser la propia experiencia de placer, entendiendo éste como no nada más algo que nos hace sentir bien, que nos produce una alteración de neurotransmisores y hormonas, sino aquello que nos hace bien, que en muchos casos incluye la postergación de la sensación inmediata de placer, por un placer más sofisticado, más profundo, más entrañable; una concepción menos reactiva, más compleja, que conlleva y juega con más ingredientes.
Evidentemente habrá experiencias que nos reporten un placer más sensorial y que habite en la corporalidad, como una lamida a una bola de helado de vainilla; o trascender, si está cargada de significados; qué tal si ese helado lo comiste con tu hermana previo a un viaje que las separaría por un indefinido tiempo, quizás ese día se volvió significativo para ambas y lo recreas cada vez que comes helado de vainilla; o si al experimentar en plenitud la sensación que te recorrió en el justo momento de “ese” beso, cómo bajó hasta tu vientre y lo inflamó, balanceó tu pelvis y aceleró tu corazón, convirtiéndose así en parámetro de los besos futuros; la persona que te lo propinó con el tiempo importa bastante poco, pero imprimió en ti una sensación que podría resultar ser una búsqueda durante toda tu vida; lo mismo ocurriría con el compartir de los cuerpos desnudos, la piel, el olor, los gemidos, la compenetración, el frotamiento corporal, hasta llegar a los orgasmos, por eso, desde aquí, me parece tan sustancial con quién establecemos nuestros compartimientos sexuales, ya que pueden imprimir de manera muy particular una forma de sentir, que a veces podría no hacer bien a tu vida; dentro del posicionamiento feminista, lo que incluya la violencia podría ser profundamente problemático para la vivencia de la erótica.
Así las experiencias van cobrando significado, y por quién nos hacemos acompañar se incluye dentro del momento vivido.
En realidad esta suerte de principios que he tratado de desarrollar, están ligados unos con los otros, pero sí que somos capaces de diferenciarlos, con el objetivo de observarlos en nuestra existencia y ser capaces de jugar con ellos a voluntad.
Claro que muchas mujeres dudan de si se pueda vivir en placer, han sido siglos de restricciones e incluso han habido francos castigos ante esta experiencia vital; honrando su historia y sus rebeldías, considero que hoy más que nunca las mujeres necesitamos transitar este continuum, recorrer en toda su expresión la Erótica, platicar de ella, cuestionar, derribar lo que se parece a ella pero no lo es y proponer un lugar desde nosotras y cada una.
Mi senti-pensamiento no es demasiado elaborado, como podrán observar, me guío por lo que me hace sentido bajo mi propio continuum de aprendizaje feminista, me confieso bastante práctica y quizá podría resumir ello en una afirmación sobre la cual apoyar mi propia ética erótica:
“Si se siente bien, desde ese lugar de conexión y significación, tiene posibilidad de transitar y expandir su existencia, y quizá llegue al punto de la trascendencia”. La trascendencia no como fin último, sino como punto de partida, en cada momento.
Agradezco especialmente la participación de Marisabel Macías Guerrero, filósofa, erotóloga y escritora feminista, en la elaboración de este texto.
NOTAS:
4 DEFEÑA/O, QUIEN FUERA ORIUNDO/A DEL ENTONCES DISTRITO FEDERAL, ACTUALMENTE CIUDAD DE MÉXICO.
5 HTTPS://ES.WIKIPEDIA.ORG/WIKI/ADRIENNE_RICH
7 ARANGO DE MONTIS, I. (2008). SEXUALIDAD HUMANA. MÉXICO: MANUAL MODERNO.
